lunes, 29 de abril de 2013

“El gran valor de la vida, es vivir una buena vida” y esa es mi experiencia durante estos últimos 10 años de mi vida 2003-2013. Específicamente en estos aspectos: Productividad, buenos amigos y espiritualidad.

Practicando la virtude más grande el Amor y la ayuda de Dios, como ser humano he podido participar y disfrutar del milagro de la vida. Llegué en el momento adecuado a colaborar en el proyecto Zuá que lo identifico como la oportunidad de servir, a los más necesitados y a la vez, los más agradecidos que son los niños y las mamás cabeza de hogar, aunque también unos papás que les toca cumplir con la doble función de madre y padre.

Desde mi opción de vida fue maravilloso compartir, escuchar, hablar, regañar, sugerir, callar en muchas ocasiones. Además, comprender y entender situaciones muy complicadas que se salen de nuestras manos, como problemas familiares, económicos, salud, entre otros.

En cuanto a productividad, fue un aprendizaje muy grande porque puse mi vida al servicio de los más necesitados en el refuerzo escolar con los niños, jóvenes y mamás. Al igual que, en el campo académico pude estudiar y graduarme como Administradora Pública. Este rol de estudiante me ayudó a comprender a los compañeros que están en la universidad y todo el stress que allí se vive producido por el estudio y el trabajo. Ademas fue la oportunidad para poderles exigir buenas calificaciones a los niños de primaria y bachillerato para que estos se proyecten hacia un futuro mejor.

Logre hacer muchos amigos tanto de la comunidad, como visitantes de las diferentes organizaciones que hacen presencia en el sector. También compartí con pasantes universitarios, que llegaban a realizar sus prácticas con los niños y mamás.

Al igual que me relacione con los cooperantes internacionales que hicieron presencia allí trayéndonos sus aportes y cultura, dejándonos su entrañable amistad. Me relacione con cada una de las personas que integran el equipo Zuá, como son; mis compañeros universitarios en formación, el quipo de cocina, las directivas que conforman la junta y el concejo con quienes compartí, en algunas cosas disentí pero de las cuales seguiré compartiendo en otros espacios.

En la parte espiritual crecí y seguiré creciendo desde está experiencia en el encuentro con Dios a través de los más necesitados por medio de una colaboración real para mejorar la calidad de vida y el progreso de nuestro país.

Solo tengo palabras de inmenso agradecimiento por cada una de las personas que conocí y cada una de las cosas que recibí como es la amistad y el cariño entre otras, también agradezco al representante legal y director Profesor Moises Pedraza por el voto de confianza para tomar las diferentes decisiones en el momento que se requería y por todas las valiosas enseñanzas que nos ofrece a diario con su testimonio de vida como ser humano y como académico, siempre invitándonos a asumir nuevos retos y apoyándonos en todos nuestros proyectos como es la educación superior de mis hijas y mía y de muchas personas que se acercan y se animan a apostarle a este proyecto Zuá, que se hace realidad cada semestre cuando las personas generosas que conocen la labor que se realiza aquí con los niños y sus familias hacen sus aportes para poder continuar exitosamente. A cada una de las personas que nos conocen y nos colaboran muchas gracias.

Con sentimiento de gratitud por todo lo aprendido en la fundación Zuá y con la seguridad de poder seguir colaborando desde el espacio en que nos encontremos.
Clara Libia González Peña
Profesora Clarita

miércoles, 24 de abril de 2013

Un Sueño Hecho Realidad

“ Mi proceso de formación, enseñanza y aprendizaje en la fundación zuá inició en el mes de julio del año 2004 cuando estudiaba Farmacia en el SENA y para graduarme debía hacer una acción social de tres meses en una institución que realizara trabajo comunitario.

Tuve que empezar a buscar ayuda y fue entonces cuando le comente a una prima que ya falleció, Graciela Duque, docente del colegio Siervas de san José y ella me dijo que podría haber una posibilidad de realizar este voluntariado en una institución que ella conocía llamada Fundación Zuá que quedaba en el sector de Patio Bonito y a la cual le colaboraba en ciertas ocasiones por intermedio del colegio.

Fue así como ella llamo al director el profesor Moisés Pedraza le comento la situación antes mencionada y el amablemente accedió a darme la oportunidad de realizar este trabajo en su fundación.

Pasado los tres meses de la labor pedagógica social yo procedí a despedirme y a agradecer a los compañeros con los que había compartido y a las directivas de la Fundación por la acogida que me habían dado para realizar mi trabajo. Pues yo ya pensaba dedicarme a lo que había estudiado porque necesitaba ganar dinero rápidamente debido a la situación económica por la que estaba pasando en ese momento.

Oh! sorpresa para mí que los directivos de la Fundación me propusieron quedarme y ayudarme para continuar estudios superiores y aportarme algo para el sustento diario. Propuesta que yo termine aceptando a pesar de que tenia un poco de angustia, miedo y pena. En ese momento pensaba muchas cosas entre ellas el que no fuese capaz con un proceso universitario y de que no tuviese los medios básicos a nivel económico para llegar hasta el final en esa nueva meta que me estaba trazando y sobre todo con esa situación que estaba viviendo de inestabilidad.

Con el consejo y apoyo sabio de mis padres, de mi prima Graciela Duque, de directivas y colaboradores de la Fundación, realicé mi carrera en los seis años siguientes a lo cuál cada día le ponía más empeño y corazón porque me estaba dando cuenta que Dios me había puesto allí para que me diera cuenta cuál era realmente el camino que yo debía seguir en mi vida y además porque esto se había convertido en un reto y no quería defraudar a nadie, ni a mis padres, a mí mismo ni a las personas que habían depositado la confianza en mi.

Estudié en la Universidad Luis Amigó, Educación Reeducativa, con gran éxito en mis clases ya que a los cursos teóricos le sumaba mi experiencia práctica en la Fundación Zuá. Igualmente a mis labores cotidianas de atención a los más necesitados le añadía mi formación teórico-práctica. Con mis compañeros siempre mantuve un nivel de corresponsabilidad para responder a los retos de la educación especializada en nuestro tiempo.

Es así como durante siete años y medio fui escalando poco a poco tanto en la Universidad como en el Voluntariado en la Fundación en diversas áreas como: refuerzo escolar, acompañamiento y entrega de medicamentos en brigadas de salud, logística y organización de eventos, diligencias administrativas, manejo y control de implementos y material de bodega para trabajo dentro de la fundación organización y mantenimiento de la sala de sistemas y dónde se requería una ayuda especializada, además de la asistencia y representación de la fundación en eventos oficiales.

Finalmente tuve la oportunidad de ser miembro de la Junta Directiva de la Fundación ejerciendo como secretario y ayudando en la toma de decisiones. Debo decir que todas estas labores realizadas en casi ocho años fueron para mi de gran experiencia y aprendizaje pues cada tarea realizada y cada persona que conocía en este medio siempre me enseñaba algo nuevo para mi vida personal y me permitía ser mejor persona. Aparte de que mi círculo social se amplió y empecé a tener nuevos caminos para recorrer y nuevos horizontes por ver.

Agradezco inmensamente a Dios y a las personas que puso en mi camino para permitirme avanzar en el camino intelectual y laboral a pesar de las dificultades. Realmente haber tenido y aún a pesar de las nuevas ocupaciones continuar teniendo ciertos espacios para compartir es para mi muy gratificante ver la sonrisa de una madre, de un niño, de un joven cuando le ayudas a solucionar y/o orientar alguna de sus labores diarias de superación como persona y tal ves este sea el mayor de los pagos en la labor social que hoy por hoy es tan trajinada y olvidada por el sistema gubernamental.

En fin sea como sea y ya para finalizar debo decir que me siento orgulloso de pertenecer a la comunidad de la Fundación Zuá a pesar de que ya no pueda estar de lleno esta siempre ha sido y continuará siendo mi casa de formación y de experiencias.

Definitivamente como siempre nos lo recalca el profesor Moisés Pedraza no cabe duda de que el mejor camino para el éxito en la vida de cada persona es estudiar mantener una buena relación con Dios y con su entorno. Servir con amor y dedicación ayudarnos mutuamente. ”

Orgullosamente hijo de la Fundación Zuá
Iván Alberto Piraquive Rodríguez