Ingrese a la Fundación en el año 2008, cuando
yo estaba cursando grado noveno en el colegio superior de occidente, en esa
época yo era una beneficiaria, es decir a mí me ayudaban a hacer tareas y me
daban refuerzo escolar, pero cuando empecé a cursar grado 11 en el año 2010, me
tuve que retirar porque en el colegio me exigían realizar una práctica social
en la policía, y entre las tareas y la práctica no tenía tiempo para asistir a
la fundación.
En el año 2011 recién graduada del
bachillerato, inicie un curso de inglés en el instituto Incap, y a mediados de
febrero, una mamá que ayudaba en la fundación me convenció de regresar a la
fundación, ya no como beneficiaria sino como tutora, y que en contraprestación a
mi ayuda me podrían colaborar con el pago semestral de mi carrera.
Mi primer año en la fundación fue de prueba,
con el fin de adquirir experiencia con los niños y esforzarme por merecer la
ayuda que más adelante me iban a prestar. Como tutora fue un poco extraño para
mí ya que era mi primera vez ayudando a niños a hacer sus tareas y darles
refuerzo en las áreas básicas, como lo son matemáticas, inglés y español. Además el hecho de ser responsable de
un grupo de niños de variadas edades.
El haber tenido la posibilidad de conocer la
fundación y poder ayudar con esta labor tan maravillosa me ha hecho crecer como
persona, por ejemplo el ingresar a la universidad, significa dar un paso más
para alcanzar nuestras metas, pero a su vez es una gran responsabilidad ya que
debemos aprender a ser disciplinados con nuestros compromisos y organizados con
nuestro tiempo, tanto en la fundación como en la casa e incluso con nuestro
tiempo de ocio.
También nos enseña a manejar nuestra manera de
comportarnos con los niños, ya que somos un ejemplo y una guía para ellos y
debemos comportarnos como tal, claro está, sin olvidarnos de vivir al máximo y
ser felices para llevar a cabo nuestros sueños.
Además de todo esto, gracias al tiempo que he
estado allí he conocido personas maravillosas con las cuales he compartido
momentos fantásticos e inolvidables, desde los más pequeños hasta los más
grandes.
Con los primeros he aprendido a apreciar a mi
familia mucho más de lo que ya lo hacía y reconocer que pese a que no sea una
familia perfecta, mis papas están juntos y se esfuerzan al máximo por hacernos
felices tanto a mi como a mi hermano, también me han enseñado que muchas veces
las cosas materiales no son suficientes tanto como lo es poder compartir
momentos especiales con nuestros seres queridos y que muchas veces las cosas más
simples son las que nos llegan más al corazón.
Con los segundos he aprendido que nunca es
tarde para soñar, y cumplir nuestras metas y que siempre vamos a tener un niño
interior el cual nos permite imaginar y disfrutar de las pequeñas cosas de la
vida, también es apreciar nuestra vida y darnos cuenta que muchas veces por
miedos o por falta de ganas no nos arriesgamos a cambiar nuestro destino y
obtener como resultado bien sea caída tras caída la cual nos va a dar experiencia
o y nos hará surgir como mejores personas o un éxito en nuestra vida espiritual
y a su vez una mejor calidad de vida. Ya que para soñar no necesitamos límite
de edad.
Y como conclusión de esto todos debemos
proponernos metas, no importa si al principio nos parecen descabelladas y
quizás imposibles de alcanzar pero si tenemos fe y ganas por obtener lo que
queremos, como bien lo dice una frase de Paulo Coelho en el libro el alquimista
“Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a
conseguirla”.
Judy Alejandra Campos Vega
Estudiante Administacion Turistica y Hotelera
VI Semestre